Hay buenas noticias en los datos presentados por la Agencia de la Calidad de la Educación
sobre los Servicios Locales de Educación Pública. Hay desafíos, pero también una mejora
continua y sistemática en los resultados
Chile se encuentra en una etapa transformadora para la educación pública. La
implementación de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), establecida bajo la Ley
N° 21.040, ha sido un paso audaz para superar las limitaciones del antiguo sistema de
administración municipal. Este cambio estructural, aunque complejo, está mostrando
resultados que refuerzan nuestro compromiso con una educación pública de calidad.
Me detengo en los datos que presentó la Agencia de Calidad de la Educación la semana
pasada y que confirman el impacto positivo de esta reforma. Desde 2018, los SLEP han
demostrado mejoras significativas en los resultados de aprendizaje. Según el estudio, los
puntajes Simce en Lectura y Matemáticas, tanto en 4° básico como en II medio, han registrado
aumentos sustanciales en los establecimientos gestionados por los SLEP, particularmente en
- Por ejemplo, los puntajes de Matemáticas en II medio crecieron en promedio 6,36 puntos
entre 2022 y 2023.
Además, la brecha entre los establecimientos de SLEP y aquellos bajo administración
municipal o particular subvencionada se ha reducido. En 2023, los resultados muestran que,
en términos de nivel socioeconómico, los establecimientos SLEP ya no presentan diferencias
significativas con los de otras dependencias. Esta convergencia en los resultados es un claro
indicador del éxito de los SLEP en crear un entorno más equitativo para el aprendizaje.
Un aspecto clave para enfrentar estos desafíos ha sido la creación de redes de colaboración
entre los SLEP, que permiten compartir buenas prácticas y generar sinergias entre las distintas
comunidades educativas. Estas redes no solo fortalecen la cohesión entre las escuelas, sino
que también promueven la innovación y el aprendizaje mutuo, optimizando los recursos
disponibles y generando soluciones compartidas.
Sin embargo, no podemos perder de vista los desafíos que aún enfrentamos. El proceso de
instalación de los SLEP ha revelado dificultades en la gestión administrativa y financiera, como
la sobredotación de personal y la limitada flexibilidad presupuestaria, lo que ha dificultado la
asignación de recursos de manera eficiente y ha afectado la capacidad para concentrarse
plenamente en lo pedagógico. Además, las demandas de gestión financiera y la necesidad de
armonizar indicadores y roles institucionales han generado una sobrecarga que requiere una
mayor coordinación entre los actores involucrados en el sistema educativo.
Sabemos que queda mucho por hacer. La educación pública en Chile es un pilar fundamental
para construir un futuro más justo y equitativo, y debemos seguir reforzando este sistema para
asegurar que cada estudiante tenga las mismas oportunidades de éxito. Los datos y las
evidencias nos indican que vamos por buen camino, pero también nos recuerdan que
debemos mantener una postura crítica y flexible para adaptarnos a las necesidades
cambiantes del quehacer cotidiano.
En este contexto, invitamos a todas y todos a continuar trabajando en conjunto, lado a lado
para superar los obstáculos y consolidar los logros. Nuestro objetivo no es simplemente
mejorar los números, sino garantizar que la educación pública se convierta en un motor de
cambio social, capaz de ofrecer una enseñanza de calidad a todas y todos sus estudiantes, sin
importar su contexto