• Conmemorando 51 años del golpe militar y los derechos humanos y en el marco del tercer recorrido de la “Ruta de la Memoria, la Solidaridad y Resistencia”, la Universidad de Atacama rindió homenaje a las víctimas de la dictadura cívico-militar. 

Fue una jornada impregnada de recuerdos dolorosos, pero también de reflexión sobre la importancia de la justicia y los derechos humanos en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Había una extraña calma en el aire esa mañana del jueves 12 de septiembre, donde más de 100 personas -familiares, autoridades, académicos y estudiantes- se reunieron frente a la Universidad, con el alma oprimida por el susurro de las voces que aún resuenan en los pasillos del tiempo, reclamando su lugar en la memoria colectiva.

La actividad, organizada por el Programa Interfacultad de Investigación y Educación en Derechos Humanos (PIEDH), inició con las palabras del rector Forlin Aguilera, quien destacó la importancia de la memoria colectiva y el compromiso de la universidad con la defensa de los derechos humanos.

“Esta actividad responde a una agenda institucional en materia de Derechos Humanos en conjunto con el Programa Interfacultad de investigación y educación de derechos humanos.  A la ruta de la Memoria, que se instala de forma permanente, se suma la participación en el proyecto «Implementación de la participación en el derecho a la memoria de la Universidad de Atacama que releva el patrimonio tangible e intangible institucional referidos a los DD.HH a fin de apoyar la defensa y denuncia en nuestra comunidad educativa.

Cómo la universidad Estado en la región y bajo el enfoque de derechos humanos permeando a nuestros programas de estudios y al ADN de la institución seguiremos avanzando, sin claudicar en la construcción de una memoria histórica, con verdad, justicia y reparación para las víctimas de violaciones de los derechos humanos. Porque la educación tiene un rol fundamental en este desafío y ponemos nuestras capacidades institucionales a disposición”, finalizó el rector Aguilera.

La memoria como compromiso ético

La «Ruta de la Memoria» inició en el campus central de la universidad, frente a la Biblioteca, con un acto de reflexión sobre el impacto del golpe de Estado en la Universidad Técnica del Estado (UTE), institución que luego se convertiría en la Universidad de Atacama. Se recordó a docentes y estudiantes asesinados en los primeros años de la dictadura, entre ellos el profesor de Física Néstor LeonelloVincenti y el ingeniero Pedro Emilio Pérez Flores, ambos ejecutados por la Caravana de la Muerte en 1973.

Durante este primer momento de la jornada, Fresia Vargas Gallardo, hermana de Guillermo Vargas, joven de 21 años, estudiante de Ingeniería Ejecución en Minas de la Universidad de Atacama (UDA), asesinado por agentes del estado en el año 1984, compartió un emotivo testimonio sobre la importancia de mantener viva la memoria de las víctimas.“Siento alegría y pena en realidad, porque uno recuerda todo lo que pasó durante esos años, que fue un sufrimiento terrible. Pero feliz también saber que han pasado 40 años y aún lo recuerdan”.

Es curioso cómo la memoria puede ser tan selectiva. Para algunos, los eventos de hace cincuenta y un años parecen tan lejanos como un sueño difuso, una pesadilla mal recordada. Para otros, cada septiembre reviven heridas que nunca sanaron, que no se permiten olvidar. Porque, ¿qué es la memoria si no una construcción compartida, una narrativa que debe alimentarse para no morir?

El golpe que aún resuena

El golpe, ese golpe, llegó a las universidades como un ladrón en la noche, llevándose consigo sueños, esperanzas y vidas. La Universidad Técnica del Estado, en su sede de Atacama, no fue la excepción. Estudiantes, profesores y funcionarios fueron arrancados de sus aulas, no por sus actos, sino por sus ideas. Y aunque la violencia se llevó sus cuerpos, sus nombres no han sido olvidados. En ese día, en esa ruta, esos nombres resonaban nuevamente en las paredes de la universidad, como un eco que se niega a morir.

La segunda parada de la ruta llevó a la comitiva al Casino del Área Norte, donde se abordó el tema de la solidaridad durante la dictadura. Aquí, se destacó el papel de las organizaciones locales, como la Vicaría de la Solidaridad y el Comité Pro Paz, que brindaron apoyo a las víctimas de la represión y a sus familias. 

Sara Arenas, académica del Programa Interfacultad de Derechos Humanos, comentó lo realizado y la importancia que esto conlleva. “Logramos rescatar prácticas de memoria pero también de resistencia y solidaridad. Tuvimos mucha participación de alumnos y alumnas en la preparación de esto, entonces uno siente que igual va marcaron en la vida de los alumnos porque van conociendo la historia de su país y se comprometen con los derechos humanos. Nosotros estamos súper satisfechos y satisfechas por este hito”.

El tercer momento de la ruta, en el Gimnasio Techado Nelson Maya, se centró en la resistencia activa contra la dictadura. Diversos testimonios y presentaciones artísticas resaltaron la importancia de no olvidar a quienes desafiaron el régimen. 

Entre las presentaciones destacó un video con el testimonio de Fernando Rivera, ex estudiante de la UTE y sobreviviente de la represión. Rivera recordó los momentos difíciles que vivió durante los primeros días del golpe y cómo la violencia ejercida por el Estado afectó no solo a él, sino a toda una generación de estudiantes comprometidos con la justicia social.

Oscar Millán, estudiante de Trabajo Social de la Universidad de Atacama, enfatizó que “me parece que la universidad tenía una deuda pendiente con las personas detenidas desaparecidas que formaron parte de la universidad, pero me parece que hoy en día se esté saldando está deuda con una base increíble para lo que es la verdad y la justicia de estas personas”.

La resistencia: una llama que no se apaga

Cuando la comitiva llegó al Casino del Área Norte, la atmósfera cambió ligeramente. La palabra «solidaridad» llenaba el espacio, recordando que, en medio de la oscuridad, siempre hubo quienes extendieron una mano amiga. Las organizaciones, como la Vicaría de la Solidaridad y el Comité Pro Paz, surgieron como un faro en la noche más oscura, apoyando a las víctimas de la represión. A menudo, fueron las mujeres quienes encabezaron estas acciones. Cartas clandestinas, mensajes ocultos en los pliegues de los vestidos, encierros y protestas en las iglesias. La resistencia, aunque silenciosa, era imparable.

Lissette Vega, estudiante de psicología de la Universidad de Atacama, desatacó la actividad en memoria de los detenidos desaparecidos. “La actividad me parece fundamental, en el sentido de preservar la memoria histórica y del país. Así que ojalá esto se siga repitiendo en todas las universidades sean estatales y/o privadas”.

La última parada fue el espacio que alojaba el ex instituto profesional Benjamín Teplizky en el corazón que divide las áreas Norte y Sur de la UDA, donde se descubrió una placa conmemorativa en honor a las víctimas de la represión, un gesto simbólico que refuerza el compromiso de la universidad con la memoria histórica.

El decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Rodrigo Cardozo, complementó estas palabras recordando que la memoria no solo es un acto de homenaje, sino también una herramienta para prevenir que estas tragedias se repitan en el futuro. “Esto lo hacemos con el objetivo de combatir el olvido de las víctimas, violaciones y torturas que se realizaron durante la dictadura cívico-militar, y que en este caso especial afectaron a profesores, profesoras y estudiantes de nuestra casa de estudio. Es importante mantener el recuerdo; es importante que no lo olvidemos. También es muy importante que esto sea una actividad que involucre a todos nuestros estudiantes, de manera de garantizar que la garantía de no repetición, que el Estado de Chile está obligado a cumplir por condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, podamos cumplirla también desde una universidad pública como la nuestra. Por eso, en conmemoración del dolor de tantos y tantas que lucharon por la democracia, una actividad como esta es muy significativa”.

Finalmente, un grupo de estudiantes cerró la ceremonia con una emotiva presentación artística que rindió homenaje a quienes, hace 51 años, lucharon por la libertad y la dignidad de un país herido por la violencia.