Pensar en el malestar social y generar políticas de bienestar que vayan a favor de la población, resulta un ejercicio realmente complejo a la hora de gobernar, pues, entre líneas existe el desafío de tener la lucidez de definir qué es lo urgente y qué es lo importante.
Es así, como una de las expresiones de malestar más generalizadas en la población, es y ha sido la precariedad de las pensiones. En Chile las AFP constituyen un mecanismo de ahorro forzado para la totalidad de trabajadores dependientes e independientes, estos recursos manejados por las administradoras privadas son sometidos a inversiones que pueden mostrar una gran fluctuación según los vaivenes de los mercados extranjeros donde se invierten estos fondos.
Sin embargo, hasta hace poco los trabajadores y trabajadores no podían más que ver frustrados e impotentes cómo estas aseguradoras transabanen los mercados el ahorro previsional buscando siempre rentabilizar con el esfuerzo colectivo. Es así como este sistema buscó por mucho tiempo rentabilizar bajo el augurio de la ganancia individual. Por lo anterior, el sistema de pensiones de Chile resultaba ser una empresa para maximizar ganancias privadas, no para proteger el futuro del trabajador.
José Piñera, el arquitecto neoliberal de este sistema en los años 80s decía que éste ayudaría a la gente que trabajara 50 años y hoy en el siglo XXI uno se pregunta,¿Quién pudo trabajar en Chile 50 años con contrato?, ¿consideró él o el resto de los“Chicago Boys”, los fenómenos de la informalidad o la subcontratación?,¿alguien se acordó de las miles de mujeres que permitieron que otros trabajan con remuneración, mientras ellas, se quedaban en casa haciendo el trabajo de cuidar la familia?, ¿quién las protegería a ellas? Ciertamente las AFP no se endosaron esas responsabilidades, mal que mal, ellas rentan, no protegen.
Son estas injusticias a la que el gobierno del Presidente Gabriel Boric ha sabido dar respuesta, pues, la nueva reforma trae consigo elementos que desplazan el sesgo lucrativo de los fondos de pensiones hacia un sistema cuyo objetivo vaya de una vez por todas a favor de la protección de los trabajadores.Hoy en el siglo XXI, Chile tiene por primera vez después, un sistema real de pensiones, ojo, de pensiones y no de ahorro individual. El sistema ahora tendrá aportes individuales, del sector privado y del Estado, un Estado que bajo el gobierno del Presidente Boric ha sabido demostrar compromiso con el bienestar.
La nueva reforma ya no pone su centro solo en invertir en los fondos más riesgosos, esto cambiará. Se reemplazarán los multifondos por fondos generacionales que busquen maximizar la rentabilidad pero a su vez, acotar los riesgos ya que como gobierno entendemos que no se puede jugar con la plata de la masa obrera. También, el nuevo sistema pondrá su centro en construir un sistema verdaderamente mixto, que combina tres pilares contributivos: la capitalización individual, el aporte del Estado y la creación de un Seguro Social.
Para entender mejor, veamos algunos números: El sistema actual impone de manera individual un 10% al sueldo del trabajador/a. Ahora bien, la nueva reforma incluye una nueva cotización adicional de un 7% a cargo del empleador, lo que sumado al 1,5% del SIS (Seguro de Invalidez y Sobrevivencia) dará un 8,5% total de aumento. En lo específico, un 4,5% irá a las cuentas individuales para fortalecer las pensiones futuras y el otro 4% restante, será administrado por el nuevo Seguro Social quien buscará cubrir eventualidades del SIS, generar compensación para mujeres y financiamiento para el beneficio por año cotizado, lo que ayudaría a subir las pensiones actuales de manera progresiva.
De tal manera, pasados los 6 meses de la publicación de la ley, comenzaremos a ver cómo los actuales jubilados y jubiladas tendrán beneficios concretos, por ejemplo, Paola cotizó durante 10 años hasta que, como muchas mujeres chilenas, tuvo que dejar su trabajo remunerado para darle cabida al trabajo doméstico, el padre de Paola ya no podía valerse por sí mismo. Para el momento en que Paola se jubile, ella tendrá una pensión autofinanciada de $72.745 y una PGU de $214.226, totalizando una pensión cercana a los 287 mil pesos.
Aprobada la reforma del Presidente Boric, Paola recibirá los siguientes beneficios, aumento de la PGU hasta llegar a 250 mil pesos, compensación por diferencias de expectativas de vida que, en este caso, al ser su pensión autofinanciada tan baja, corresponderá a 9 mil pesos y por último un beneficio por años cotizados equivalente a $38.417 pesos por los 10 años que cotizó. En total, Paola pasará de tener una pensión de 287 mil pesos a una pensión de $370.766, casi un 30% de aumento.
Como gobierno logramos lo que parecía imposible, unificar un gran acuerdo político transversal a las distintas corrientes políticas de nuestro país. Después de 10 años de discusión sin avance real para los trabajadores y sobre todo, para las y los pensionados, el Presidente Gabriel Boric ha logrado gestionar la reforma más importante al sistema desde su creación en dictadura y se ha hecho bajo un gran acuerdo político, en democracia, con debate y con respeto, como corresponde.